viernes, 25 de marzo de 2011

Los libros que no se leen


Sentía cómo el asfalto le quemaba los pies a través de sus roñosos zapatos, cavilando la manera de ser leído o, más bien publicado, en alguna editorial seria. La imagen de Henry Miller se le hacía ya tan utópica, siendo su escritor favorito hacía que sintiese pasión por imitarlo.
J rechazado en todas las editoriales a las que escribía, en todos los concursos en los que participaba, en las revistas a las que escribía a diario, lo único que le quedaba era someterse a prostituir su trabajo con los cuasi intelectuales de cafetín, con los que no se llevaba muy bien,  y publicar en la editorial de la universidad a la que estaba matriculado y de la que estaba empezando a sentir repudió.
Ahora, el sonido de sus pasos al chocar contra las baldosas en las escaleras al edificio de publicaciones, era lo único que escuchaba, evitaba con extrema precaución los charcos provocados por la lluvia de la noche anterior, mezclada con las colillas abandonadas por los disque estudiantes, de la disque universidad, con pretensiones intelectuales de los que a su pesar y auto-negación, hacía parte. El chirrido de una puerta, “Idiota, se golpea antes de entrar” un paso atrás “así sí que voy a encantarle al editor” se dijo con un dejo de sarcasmo. Dos golpes seguidos, un intervalo, y de nuevo dos golpes.
-Siga
-Gracias, con permiso (¡bravo! Hipócrates)
-Siéntese. Con que Ud es el joven que quiere participar en la siguiente publicación de novela de ediciones L.U.I.S.
-Sí, así es (claro imbécil, La Universidad de Idiotas Santurrones)
-Dígame, ¿cuál es su currículum?
-¿Qué?
-Sí su currículum, su plan de estudios y sus publicaciones anteriores, me dijeron que tiene experiencia en literatura.
J solo había publicado en un fanzine auto financiado, como su cuasi universidad cuasi privada, por él y otros dos de sus amigos fracasados.
-Ah, mi plan de estudios, pues pretendo estudiar literatura hasta que me canse y publique algo para que alguien lo lea y quizá tener dinero para el “cañazo” y los garros de la noche…Ah y pues me interesaría estudiar filosofía o algo así en lo que mi trabajo dependa únicamente de lo que lea. Verá, es lo único que sé hacer, eso y embriagarme hasta no poder caminar.
Con una mirada de asco, el hombre barbado tras el escritorio lo mira, decide que es una broma y sonríe. “ya en serio, su carrera”
-Pues, vivo por la sexta con sesenta y seis, es muy gracioso porque es junto a una iglesia cristiana.
-Si viene a tomarme del pelo, puede irse por donde vino.
-¿De qué habla? Sólo le estoy contestando.
- Bien, entonces tómelo en serio, es por su bien.
-Sí claro, ¿cuánto me van a pagar?
-¿Pagar? Pero si es un bien para que lo conozcan a Ud. y es parte del proyecto de extensión de la universidad, son tiempos difíciles para las universidades privadas… eh… digo, públicas.
-Bueno, pero me imagino que tendré facilidad a todas las ediciones de la publicación, pues tengo planes para ellas.
-NO, cómo se le ocurre es muy costoso publicar un libro y para que vaya por ahí regalando lo que tanto nos costó. Olvídese sólo tendrá cinco ediciones del libro.
-Veinte.
-Esto no es una negociación
-Ah, ¿no? Entonces me voy
-¿Porque no le damos las ediciones que quiere?
-Sí
-Espere joven, no se deje llevar por cosas tan sencillas, dejémoslo en diez libros y tenga en cuenta que esa publicación será llevada a la feria del libro en la capital.
-¿La feria del libro? Pero si allá venden hasta a Carlos Cuauhtémoc y todas esas porquería de “cómo vivir siendo un fracasado con dinero.
-Pero, joven será conocido.
J asiente con un “aja”, y el editor le propone sus términos. Acto seguido la conversación continúa a lo importante.
-Bueno hombre ahora sí, hábleme de sus publicaciones anteriores.
-Publicaciones
-Sí sí, publicaciones en revistas o libros o artículos que no sea de la universidad.
-La verdad
-¿la verdad? Qué
-Nada serio uno que otro artículo en “Facebook” ¿eso cuenta?
-¿Nada de verdad?
-Bueno, bueno un Fanzine que hicimos con unos amigos y pues le enviamos cartas a varios escritores, sobre todo al nadaísta este que no sé como se llama, un pedófilo, pero nos contesto más entusiasmado su editor y finalmente no nos volvió a contactar, creo que reciben cartas así todo el tiempo.
-Bien joven, y a propósito ¿Cuánto paga Ud. de matrícula?
-¿Y eso qué tiene que ver? (“pirobo”, ya sé por dónde va la cosa)
-Pues es importante para que quede en el registro, joven no lo tome a mal.
-Cómo quiere que no lo tome a mal “hijueputa”
Acto seguido J sale de la oficina, pasa sobre el charco de cenizas y colillas, baja las escaleras, se dirige a la licorera más próxima, hurga en sus bolsillos y encuentra un billete de cinco mil y uno de mil. “deme una botella de cañi y media de Marlboro” inmediatamente cae en la cuenta de que no le alcanza “pero déjemela en seis lucas” el tipo lo mira con desdén y algo de lástima pero finalmente lo reconoce “bueno chino pero me queda debiendo mil” J sale, enciende un cigarro, descansa la botella cubierta por una bolsa negra en el pavimento y se sienta en el andén. Da el primer trago e inmediatamente divisa a su amigo Alex, el del sombrero. “tonces qué loco, ¿habló pa’ lo de la novela?” J echa una calada al cigarro y un trago de la botella “Siéntese y se la cuento”.

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