Kathy H. es consciente de que su vida llegará a su fin, pero a diferencia de nosotros, ella sabe exactamente cómo y cuándo llegará su muerte. El personaje principal en esta novela de Ishiguro[1] se enfrenta a un conflicto que se estructura con respecto al proceder de la novela de corte educativo. Y, como se ve en el transcurrir de la historia, se le forma de manera “correcta” es decir, correspondiente al contexto de su vivir social, histórico y cultural. De esta forma, Kathy descubre cómo su existencia es menospreciada. Sin embargo lo que nos compete sobre esta novela es el proceder educativo del personaje como tal, en otras palabras la educación de Kathy depende no únicamente del instituto Hailsham sino de su entorno formativo (sus compañeros, profesores, los demás “donadores”, la gente del común que la rodea e incluso lo que se le oculta) y de dicha formación “correcta” o más bien, correspondiente, es que llega a formarse un criterio definido y crítico de su vida, de tal manera que es allí donde se nos presenta el carácter trágico de la novela, el factor humano en todo su furor.
Tomando este ejemplo, anotemos las características del contexto educativo actual: los medios masivos de comunicación han facilitado el flujo de información y a su vez de conocimiento, haciendo que el educador ya no sea el “glorioso portador del conocimiento”; a su vez, las necesidades epistemológicas del hombre han evolucionado, en otras palabras, los subproductos del conocimiento humano están dando fruto y es necesario desarrollo cognoscitivo general en agregado a uno particular o específico, hecho por el cual las variantes en especializaciones se han abierto en un abanico de posibilidades de profundización muy vasto de manera que el carácter del conocimiento como absoluto, como ocurría en la época clásica, es utópico. Entendido este carácter pragmático de la educación, es necesario ahora, plantear el perfil del estudiante y del docente de forma somera. Por cuanto éste trata un paradigma que responde a dos aspectos fundamentales en el alumno, tal como lo hace notar el doctor en ciencias de la educación Lorenzo Tebar Belmonte:
Hay dos aspectos fundamentales para definir este paradigma: por una parte lograr que el alumno se implique totalmente para ser él el protagonista del aprendizaje. En definitiva es el individuo el que aprende por sí mismo: si un valor hay cercano al aprendizaje, es la interioridad. El proceso de aprendizaje es un proceso absoluto de interiorización. A la larga, cada uno aprende y se queda con su mundo interior impregnado de afectos, de odios, de frustraciones, de prejuicios o de auténtico conocimiento. El otro aspecto es la metacognición: la toma de conciencia por parte del alumno de por qué aprende o por qué no, de por qué aprende bien o mal… de cómo almacena y recupera información, de qué le cuesta más y qué le cuesta menos, de con qué estrategia aprende mejor. Esa conciencia es justamente lo que va más allá del hacer. Se suele decir que no aprendemos sino por metacognición, pues si no somos conscientes seríamos papagayos que no sabemos ni lo que decimos: no adquirimos el significado y, por lo tanto, no estructuramos nuestro pensamiento. [2]
Esto, pues, cambia por completo el carácter formativo del docente así, ya no se trata de un simple “dador de conocimiento” sino de un tutor, un guía del conocimiento, que diga sin decir, un psicólogo, pues la parte formativa de este tutor contemporáneo debe interpelar por la concepción del conocimiento y del meta-conocimiento cosa que no es nueva sino que es una visión metamorfoseada de la concepción del papel del psicoanalista de Lacan sobre el que el psicoanalista francés comenta en una de sus entrevistas[3] cuando la pregunta es sobre si dicho rol trata de decir o no (Est-ce c’est de faire dire ou de ne pas faire dire ?):
Oui, c’est ça, c’est le fameux « je ne te le fais pas dire ». Je l’avançais comme exemple que de ce qui justement spécifie ce, un langage. On ne peut pas jouer sur l’ambiguïté que comporte l’expression « je ne te le fais pas dire » qui peut dire, qui peut vouloir dire deux choses tout à fait différentes en français : « tu l’as dit » et, je me mets hors du jeu : « c’est pas moi qui te l’ai fait dire par quiconque ». C’était un exemple destiné à montrer la spécificité d’une langue entre les autres et c’était pour montrer que l’intervention soulignée, que l’intervention analytique est très typiquement ce qui fera toujours usage de cette équivoque.[4]
Así pues, el rol del educador ya no es tan simple: interpelar por el entorno del educando a partir de una formación discursiva que guía el proceder cognitivo del estudiante en una construcción individual del sujeto así como lo hace constar Tebar Belmonte en la conferencia antes citada:
Sí. Yo creo que la profesionalidad del educador tiene mucho de psicología. El educador tiene que ser un experto en procesos y tiene que darse cuenta de cómo el niño aprende a aprender, tanto como hacerle consciente de por qué aprende o por qué no. Tiene que ser capaz de ayudarle a olvidar y a construir esquemas mentales y enriquecerle de imágenes, de mapas conceptuales.
Ahora bien, retomemos: Kathy H. sabe su rol en la sociedad, de ante mano, el instituto Hailsham entiende, bajo el prejuicio social, que no tienen alma, y por ello son la educación del futuro, pues responden a las necesidades de la humanidad y lo demuestran bajo el destino trágico al que llegan además del hecho que su existencia sirve para que la creación de más sujetos como ellos sea exterminada (aunque eso no quede del todo claro en la novela) entonces, la mediación como formación de un entorno educativo responde a necesidades sociales las cuales dependen del todo, y en un principio, de un cambio radical en la estructura docente/alumno por la cual el proceso formativo dependa únicamente de este último y el educador sea una herramienta (curiosamente al estilo de Kathy H.) para el mismo y esto debe ser correspondiente al contexto histórico y social de la humanidad o por lo que menciona en su entrevista Tebar Belmonte: Hoy hay escuelas del siglo XIX, profesores del siglo XX y alumnos del siglo XXI… Hay que suplir ese desfase.
[2] http://www.deciencias.net/convivir/1.documentacion/D.mediacion.ADR/Mediacion_cognitiva(Lorenzo-Tebar)4p.pdf
[3] [1] Fuente original en francés: Ecole Lacanienne de Psychanalyse (Francia) www.ecole-lacanienne.net/documents/1972-10-14a.doc
[4] Sí, es eso, el famoso “no te lo hago decir”. Yo la uso como ejemplo de eso que justamente lo especifica, un lenguaje, no se puede actuar bajo la ambigüedad que trae esa expresión “no te lo hago decir” que puede decir, que puede querer decir dos cosas totalmente diferentes en francés: “tu lo has dicho” y, me pongo fuera de juego: “en consecuencia, no soy yo quien te lo ha hecho decir”. Era un ejemplo destinado a mostrar la especificidad de una lengua entre las otras y para mostrar que la intervención subrayada, que la intervención analítica es muy típicamente será eso que siempre usará este equívoco.
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